Esta columna me para en el mismo lugar que estas vos. Como siempre hay que hacer para darse cuenta de cuánto cuesta. Porque mirar de lejos mira cualquiera. Quizás sea el momento de que aprendamos a mirar de cerca.
Un partido mental no son sólo todos esos minutos en que demostrás lo que tenés. Porque eso termina. A favor o en contra. Pero se va. Lo que sigue infranqueable es lo que pensas. Y ahí en esa mezcla de sudor y lágrimas está la clave para darte cuenta que el hockey no depende únicamente de tus piernas. Ni tampoco de tus brazos. El hockey es una suma de tus victorias y de tus fracasos. Vos sos esa suma. Sí así como lo lees. Es un todo. Sos un todo. Porque si te pregunto en este preciso instante en qué momento aprendiste más, sé que me contestarías que fue cuando no te pudiste levantar. Cuando algo no se dio fue cuando descubriste para que viniste. Para que te pusiste esa camiseta. Y sobre todo para que lado decidís llevar tu cabeza.
Las opciones son muchas cuando te golpean fuerte. Podés quedarte en el piso. Podés pararte y responder o simplemente podes echarte a perder. Sí. Porque no solo lo que comes se tira cuando está feo. Vos también lo podés hacer cada vez que no confías en lo que tenes. La decisión es tuya. Nadie te puede decir cómo te tenes que sentir porque nadie mejor que vos sabe lo que en realidad le pasa. Por eso hay que ser consciente de las limitaciones pero no para saber cuáles son. Hay que ser consciente para lograr llevarlas más allá. Autosuperarse es una manera de ganar el encuentro entre vos y tus miedos.
Entonces un partido mental es la suma de todo. Lo que tenés y lo que no. De tus compañeros y lo que ves en ellos. De tu entrenador y las veces que lo ves apuñalado la carpetita para que tu modo de pensar se deje amaestrar. Desde que pones la alarma estas ahí. Desde que te atas los cordones. Cuando te tomas el bondi estas ahí. Cuando te exigís. Cuando postergas cosas. Cuando insistís. Siempre estás en un partido.
Lo bueno es poder darte cuenta que no hay mayor poder que creer en uno mismo. Y que si podés enseñarle a otros a pensar igual un día te vas encontrar formando un equipo donde todos los que lo integran creen que uniendo lo distinto se encuentra lo igual. Por algo las banderas nunca son de un solo color pero si quienes las llevan.
Aprendamos a jugar cada partido sin negar la opción de los raspones. Solo así la mente entiende que necesitamos siempre de las razones.
¿Qué es un partido mental?
Ojalá después de esto me lo puedas contestar.
Por Paz Biondi
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