Un día me desperté y me dijeron que te habías ido. Ni tiempo me dieron de secarme la cara de dormida con la toalla azul. Fue así. Como cuando te gritan y estas desprevenido pensando en otra cosa. Levantas la vista y de la otra cuadra alguien te saluda pero es tarde ya para darte cuenta de quién era.
Me acomodé en la silla y pensé. Quería que me dijeran que no o al menos que alguien pudiera darse cuenta de que te habías ido por la puerta chica. Pero todo pasó muy rápido. La puerta se cerró y las opiniones quedaron amontonadas del otro lado. Ahí donde se vuelve fácil hablar. Donde todos somos técnicos. De ese lado supe que no quería estar.
Yo quería el lado desconocido. Ese que tenés vos. Porque no sos mi amiga. Porque no te di nada. Porque si nos cruzáramos en la calle no me saludarías y sin embargo te quiero. Aunque no sepa del todo quien sos. Acepto que lo que nos diste fue magia. Y no necesito más. No quiero más. Bastó con las risas y las emociones. ¿Para que pedir más? Algo así como estar en paz de ser desconocidas. Pero te fuiste y lo lamenté o mejor dicho lo lamentamos porque te habíamos disfrutado. Y esta parte se llama: devolverte algo.
Gracias. Porque tu tiempo nos puso más alto. Porque tu dedicación nos dio un nombre. Porque aprendimos lo que es andar sin que nada nos sobre y aun así sonreir igual.
Hay columnas que son más que un agradecimiento. Hay personas que son más que deportistas y por eso no hay que olvidarlas. Por eso no hay que dejarlas ir sin antes abrirles la puerta grande. Que salgan. Que se vayan. Pero no por el costado. Nunca por el costado.
Un día desperté y me dijeron que te habías ido.Ni tiempo me dieron.
Pero otro día con todo el tiempo del mundo te escribí esto.
Libres son los que piensan y yo sigo pensando que jugar al estanciero con un deporte puede darte porte pero nunca te va a dar la simpleza que tiene Silvina D´elía.
Los valores no vienen en cajitas felices. Los valores salen de las batallas y sus cicatrices.
Gracias por dejarme esto. Por enseñarme a pensar. Por hacer del hockey un deporte libre de vanidad.
Por Paz Biondi
EXCELENTE!
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